Mi hijo acudió a Babysapien con 3 años tras ser diagnosticado de Trastorno del Espectro Autista. Yo iba desesperada, mi hijo no hablaba, no controlaba esfínteres, tenía una atención dispersa, muy mala motricidad, etc. Durante la realización del curso, Saúl comenzó a dar un cambio impresionante. Aunque los cambios ya se iban notando, sobre todo en la recta final del curso, al concluirlo, se produjo una “explosión de las capacidades”. Saúl comenzó a tener una motricidad gruesa tan buena que, el fisioterapeuta no tuvo más remedio que darle el alta. Comenzó a controlar esfínteres (tardó una semana en hacerlo… fuera de esa semana, jamás ha habido ningún “accidente”), comenzó a hablar, a sociabilizar… 

Hoy 2 años después, Saúl ha sido derivado por el colegio, a través de la Unidad de Programas Educativos, a la Clínica de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, donde se ha revertido su diagnóstico como “Rasgos Autistas no compatibles con Síndrome de Asperger, Síndrome de Kanner (autismo clásico), ni ningún otro Trastorno Generalizado del Desarrollo. Posible Savantismo”. Saúl a sus 5 años, está aprendiendo a hablar 7 idiomas, tiene conocimientos astrofísicos sorprendentes, pudiendo decir con exactitud, por ejemplo, las distancias que hay entre distintos planetas, posee una memoria eidética (fotográfica) y memoriza callejeros, mapas, planos de metro, tiene controladas todas las líneas de autobuses de Móstoles, calendarios, (si se le pregunta en qué caerá el 25 de junio de 2025, no tardará ni un nanosegundo en contestar sin equivocarse “en viernes” y lo mismo con cualquier fecha). Y de las matemáticas y geometría no hablo, porque aquí ya el niño se sale (dice que de mayor va a ser matemático) pero diré que los profesores no se pueden creer las demostraciones que Saúl les hace cada día. 

Saúl es autista, pero debe ser el autista más sociable del planeta, pues le da conversación a todo el mundo, con educación y simpatía.