BEBÉS Y NIÑOS CON DISCAPACIDADES
Existen formas distintas de aplicación del método para nuestros alumnos que presenten trastornos generales del aprendizaje medios o graves como consecuencia de discapacidades psíquicas o físicas que a su vez pueden interferir en el acceso al conocimiento.
De esta manera en alumnos con:
- Síndrome de Down:
- Aumenta el desarrollo de la inteligencia lógica agilizando sus procesos mentales.
- Posibilita la apertura a lo nuevo, aumenta la tolerancia a la frustración y la actitud flexible.
- Trastornos Generales del Desarrollo No Específicos:
- Se logra el incremento de la atención, la capacidad de comprensión e interacción con el mundo externo.
- Mejora el tono muscular, equilibrio, coordinación y fuerza física, motricidad gruesa y fina.
- Trastornos Generales del Espectro Autista: se incentiva el perfil comunicativo y aumenta la capacidad de análisis y discernimiento.
- Síndrome de Rett: fortalece el cerebro y sus funciones, mejora la motricidad y la captación y comunicación de la información.
- Síndrome de Williams: potencia la capacitación intelectual, logrando que el alumno atienda, comprenda, asocie mejor ideas y se exprese con mayor acierto.
- Parálisis Cerebral: esta discapacidad física a veces produce trastornos en las funciones mentales y en estos casos trabajamos en las áreas donde existe una disminución de rendimientos; como en la capacidad de formular el lenguaje, por ejemplo. Se consigue una recuperación motora de acuerdo al estado neural del área cerebral correspondiente.
- Agenesia parcial o completa del cuerpo calloso: se incrementa la capacidad motora y de situarse en tiempo y espacio, mejoran los tiempos de reacción, se favorece la conexión con su entorno, la atención, comprensión y expresión.
- Otras discapacidades: realizamos un estudio completo de su etiología y valoramos el impacto que produce en las distintas áreas cerebrales con el propósito de conseguir una mejora sostenible en su funcionamiento.
"Notamos que aparecieron habilidades nuevas: Cristina espontáneamente empezó a tirarnos una pelota que anteriormente sólo hacía girar sobre sí misma. Fue gracioso porque estaban poniendo la mesa para comer cuando Concha sintió algo entre los pies. Aparté la pelota y ésta volvió a mí. ¡Era la niña con toda su guasa, como diciendo, 'mamá, juega conmigo'!. ¡Es que no me lo podía creer!".
Enrique y Cristina, mellizos de 7 años con TEA.